
Somos morbosos. Sí, eso que define la RAE como alguien que tiene un interés malsano por personas o cosas. A la sociedad siempre le gustó el chismorreo y cuanto más gordo es el tema a tratar más se acrecienta ese interés. Hemos vivido un verano de crónica negra en los medios de comunicación de gran audiencia gracias, o por culpa, de un cordobés llamado José Bretón. Este caso me ha recordado aquellas portadas del El Caso de finales de los sesenta que mi abuela devoraba a los pocos segundos de salir del quiosco. Aquellos crímenes que ocupaban páginas y páginas en las que podían verse las marcas del plomo de las linotipias y que afortunadamente era en blanco y negro. ¿Mal gusto? ¿Curiosidad malsana? Que nadie se eche las manos a la cabeza, porque la crónica de sucesos es muy antigua y está arraigada en nuestra sociedad. Tanto es así que incluso “nació” con nuestro propio mundo. Como diría Hermida: “Se dice, se comenta…” que la primera crónica negra relata la muerte de Abel a manos de Caín. Y recordemos que la Biblia es la obra más difundida en el mundo.
Hablando de difusión, vayamos a la actualidad: los fiscales británicos protestan porque las series de televisión sobre policía científica, especialmente las norteamericanas, como CSI, han dado a conocer muchos secretos policiales al ciudadano. Hay dos interpretaciones a sus palabras. Por un lado, alguien que vea estas modernas telenovelas televisivas y que tenga intenciones malsanas puede aprender cómo se investiga y descubre el delito. Ya decía el criminólogo Locard, en su principio del intercambio, que el delincuente siempre deja algo de él en el lugar del crimen y se lleva consigo algo de la escena con él. Por tanto, tan sólo hay que poner remedio e intentar esquivar esa nueva tecnología y tener el menor contacto posible cuando se comete el delito. Por otro lado, las personas relacionadas con las víctimas de un crimen piensan que el ritmo televisivo y las pruebas funcionan como en la tele. Para hacerse una idea: recuerdo que al inicio de la difusión de la serie CSI en España, allá por 2003, el resultado de una prueba de ADN tardaba en obtenerse aproximadamente tres meses y en la ficción… ¡diez minutos!
Yo, personalmente, soy partidario de dar a conocer al ciudadano cuántas herramientas dispone el investigador para cazarle y así hacerle más complicada la labor. Se habla en la instrucción del caso que Bretón conocía que la incineración a alta temperatura eliminaría la posibilidad de realizar una prueba biológica de identificación. Alimentó un fuego por encima de los 600 grados para conseguir ese fin… y lo consiguió. Les puedo asegurar que es algo casi imposible y que lleva muchas horas y gasolina. ¿Se instruyó el padre de los niños cordobeses en una serie de televisión para saber que en los carbonizados no hay posibilidades, o si las hay son remotas, de conseguir ADN de la víctima? No lo creo, porque en ese caso hubiese sido fácil eliminar los huesos que quedaron en el lugar, algo que también puede aparecer y aprenderse de un caso televisivo. Como también pudo aprender que en un Iphone al uso quedan registradas las llamadas. Un experto en informática forense puede averiguar todo lo que “le dé la gana” de la vida de quien lleva ese teléfono en el bolsillo… aunque borre los datos. Ya estoy dando demasiada información.
He zapeado durante mañanas por las cadenas televisivas, de un debate a otro, de Tele5 a Antena3. He comprobado como el principal investigador del caso, un comisario llamado Serafín, que pese a estar en ya en la reserva –o sea jubilado- se le ha visto en televisión “poco reservado”. Estar viendo un juicio por la mañana y ver a quien dirigió las pesquisas opinando en un debate por la noche ha llenado de confusión a más de uno. Y cabreado a otros, como el propio juez del caso. Pero, recuerden aquel 2011 cuando se hacía la reconstrucción de la pérdida de los niños en el parque cordobés. Aquella comitiva a lo “Bienvenido Mister Marshall” llenó de vecinos, curiosos, cámaras, abogados, policías… sólo faltaba el paquistaní vendiendo refrescos. ¿Por qué se permitió aquel espectáculo? ¿Dónde estaba el juez que ahora protesta ordenando alejar a los curiosos de un caso tan grave?
Los policías del caso hablan de Canillas a menudo. El famoso Canillas, es el nombre del barrio madrileño donde se encuentra la Comisaría General de la Policía Científica del Cuerpo Nacional de Policía – lo siento, no hay abreviatura-. Allí conocí a la antropóloga forense Josefina Lamas, que falló en su dictamen (en su acepción de error más que de sentencia) al ver los huesos de las víctimas. Otra de mis sorpresas, ya que siempre me pareció alguien muy capaz y quedé impresionado de su profesionalidad. Es algo así como si Ferran Adriá confundiese unos huevos fritos con unos pestiños navideños de Granada. Pero, quién sabe qué sucedió con aquellas cajas de huesos. Quizás, como en el caso de Publio Cordón, veinte años después tendremos la solución.
El juez debe tener una dura labor para culpar a Bretón con grandes argumentos y más bien me parece que se han hilvanado indicios para llevarle a la condena. Recordemos que en Derecho las cosas deben probarse muy bien y de nada sirve decir que ponía tal cara o reaccionaba de tal manera en la sala del juicio. Creo en su culpabilidad, pero también en que se debe condenar con pruebas contundentes. Y como dicen los juristas “in dubio pro reo”. Ya veremos la sentencia, que conoceremos en pocos días. Bueno, es extraño que no sepamos de ella ya, cuando aún está en la propia cabeza del magistrado, porque recordemos que ABC publicó la condena del jurado popular cuando aún no estaba redactada. Algo que me alegra como periodista de sucesos –que fui- pero frunzo el ceño como ciudadano.
El show Bretón ha llevado a millones de españoles al debate y al chismorreo, y muchas veces nos olvidamos que detrás de eso hay la muerte de dos niños. En fin, Serafín, -y nunca mejor dicho- que morbo, televisión y crimen se han vuelto a dar la mano. Bienvenidos de nuevo a los años de El Caso, con sus portadas presididas por El Lute.
Por Moisés Peñalver (periodista, escritor y criminalista) 23/07/2013