¿Las series televisivas de policías “enseñan” a los delincuentes y frustran a la víctimas?

¿Cómo sabía Bretón que a 800 grados se eliminaba el ADN de los huesos? Las rápidas resoluciones de los casos en la ficción puede llevar a frustración a algunas víctimas. CSI o Bones resuelven ADN en minutos, en la realidad puede tardar semanas.

La proliferación de series de televisión que muestran presuntas técnicas forenses en la investigación criminal ha levantado no pocas quejas y susceptibilidades entre profesionales de los cuerpos de seguridad y de la Justicia. El problema está en que hay víctimas en la “vida real” que confían a ciegas en lo que “han visto en la televisión”. Recordemos que una prueba de ADN no necesitará más de diez minutos para saberse en el mundo de la ficción, cuando en la realidad en algunos casos se puede superar la semana. Tenemos un caso claro en nuestros días con las pruebas biológicas del pintor Dalí, que conoceremos en septiembre. Para algunos, los casos han de resolverse en los 45 minutos que dura un capítulo de CSI o Bones.

Mientras algunos levantan la voz en contra, como es el caso de algunos fiscales del Reino Unido, otros consideran que es beneficioso que el ciudadano conozca “cómo” se llega a la solución de un caso, aunque sea a otra velocidad.

Por un lado, algunos profesionales de la justicia y el orden público consideran que la televisión ofrece una imagen distorsionada de la realidad. Aunque realmente más que hablar de precisión en la investigación científica, deberíamos hablar tan sólo de velocidades en la obtención de resultados, ya que, a groso modo, los productores se asesoran con expertos.

Otros piensan que enseñar al delincuente las técnicas que se utilizan –aunque sea de forma novelada- es hacer que tenga tantos conocimientos como el propio policía.

En la misma línea se encuentran los que considera que decirle al delincuente con qué armas científicas se le combate hará que cese en su afán de cometer un delito. Sería algo así como decirle: “No cometas delitos, que tenemos múltiples maneras de descubrirte”. De hecho, en la totalidad de la ficción, el “malo” suele acabar esposado.

Pero vayamos a la realidad. La Policía Científica no disponía de suficientes medios para acabar con la “lista de espera” de pruebas de ADN hace pocos años y por ese motivo se demoraban durante meses las resoluciones. Hace ahora diez años que visité la Comisaría General de la Policía Científica de Canillas, en Madrid. Por aquel entonces José Andradas, jefe del departamento de ADN, ya expresaba su preocupación por la gran acumulación de pruebas que debían analizar y que retrasaban más de cuatro meses los resultados.

Los meteóricos resultados de ADN

Es de esperar que la víctima de un crimen que ha visto por televisión esos meteóricos resultados -que se obtienen en poco más de unas horas- crea que la resolución de su caso debe ir a esa velocidad. A continuación, vienen las críticas por la presunta falta de efectividad o el “abandono de mi caso”, porque, en la realidad, un caso puede retrasarse considerablemente en función de las disponibilidades de material y personal del cuerpo encargado del caso. De esa manera, tenemos a un ciudadano que considera que la investigación policial es incompetente, sin saber que una prueba de ADN mitocondrial puede tardar como mínimo una semana. Ya no hablaremos de la “selección” que se ha de realizar para no pasar por el laboratorio biológico todas las pruebas de todos los casos conocidos. Es evidente que no compensa llevar a cabo pruebas de ADN en pequeños robos que, si bien se solucionarían con más agilidad, acabarían hundiendo el presupuesto de Interior y colapsando los laboratorios.

Quedé sorprendido cuando se produjo el caso Bretón, en Córdoba. No era tan sólo por la presunta muerte de dos niños, sino por el nivel de conocimientos forenses que la televisión otorgaba al presunto asesino. ¿Es probable que el detenido supiese que quemando los restos de sus hijos a más de 800 grados eliminaría la posibilidad de que se analizase el ADN? ¿Dónde pudo aprender este concepto biológico-policial? ¿Lo aprendió en alguna serie televisiva? A eso me refiero con el titular de este artículo.

Sonó mi teléfono la mañana de un domingo. Era Isabel Gemio, que me llamaba desde los estudios de Onda Cero en Madrid. El tema en cuestión era preguntarme por la investigación del incendio de la Torre Widsor de la capital de España. Según ella, existía una fotografía de dos presuntos autores del incendio tomada en la lejanía y que reflejaba una ventana donde se podían ver dos siluetas mientras el edificio estaba en llamas. Lo recordarán. Isabel podría haber sido otra de las espectadoras del CSI del productor Buckheimer, es decir, el de Las Vegas, ya que tenía la certeza de que si esa foto se iluminaba por ordenador, y se ampliaba, llegaríamos a ver el rostro de los pirómanos que aparecían en una ventana durante el incendio.

Pero, de nuevo, la realidad nos dice que los miles de pixeles que componen una imagen, por decirlo de una forma muy simple, “son los que son”. Es decir que una ampliación no llevaría a nada más que ver un manchón borroso lleno de puntos negros. Pero, claro, nuestro televisivo Grissom y sus ayudantes sí que son capaces de hacer ampliaciones que permiten ver una mosca en una imagen tomada a doscientos metros. Y eso es lo que piensan muchos de los que juzgan a la Policía española.

Particularmente soy de la opinión de que es necesario que el delincuente conozca hasta qué punto puede ser descubierto, a pesar de que ello comporte ilustrarle para que ponga el marcha el consabido “hecha la ley, hecha la trampa”. Un buen ejemplo: cuando se lanzaron al mercado los sistemas antirrobos electrónicos de los modernos coches algunos pensaban que los que utilizaban ganzúas y hacían el “puente” debían jubilarse. Pues no: lo que hicieron fue adaptarse para burlar las nuevas técnicas ya que, como podremos comprobar aún hoy, se roban vehículos de alta gama por mucha tecnología y electrónica que incorporen.

¿Y ustedes? ¿Qué opinan sobre la divulgación de las técnicas policiales? ¿Estamos creando delincuentes sofisticados y más preparados que los de antes? Les animo a que opinen.

Moisés Peñalver
Criminalista forense, escritor y periodista.

 

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