
ACN Barcelona.-Audiencia Nacional está investigando la multinacional farmacéutica estadounidense Johnson & Johnson (J & J), una de las más grandes del mundo, por haber comercializado prótesis de cadera defectuosas que llegaron a implantarse en pacientes en decenas de países, entre ellos España, muy probablemente a sabiendas años antes. Las prótesis, según se ha demostrado en otras causas judiciales, liberan sustancias metálicas nocivas para la salud. El Juzgado Central de Instrucción número 6 de Madrid acaba de levantar el secreto de sumario de un caso que se inició en agosto de 2017 después de una querella multitudinaria que pretendía pasar de la vía civil a la penal ya que se consiguieron documentos internos de la empresa donde se dudaba de la fiabilidad de las piezas.
Las prótesis, conocidas como ASR y comercializadas a través de la filial DePuy, se distribuyeron en 70 centros repartidos por casi todas las comunidades autónomas y se implantaron mínimo a 3.000 personas hasta 2010, cuando la empresa las retiró del mercado español. Un año antes, en 2009, la Agencia del Medicamento de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) ya había ordenado dejar de comercializar este producto en su país. La empresa ha vendido alrededor de 93.000 prótesis ASR en todo el mundo.
En Cataluña puede haber cientos de implantados y otra comunidad muy afectada son las Islas Canarias, con decenas o incluso cientos de casos. En Cataluña esta prótesis se ha implantado en hospitales como el Clínico de Barcelona (92 prótesis a 83 pacientes del 2003 al 2009), el Parc Taulí de Sabadell o el Virgen de la Cinta de Tortosa, entre otros. Las prótesis implantadas en el Clínico o al Virgen de la Cinta, por ejemplo, fueron retiradas de los pacientes en hospitales privados como Barnaclínic (10 intervenciones) o la Clínica Tierras del Ebro, pagando J & J, a fin de no alargar las listas de espera de los hospitales públicos.
Según explicó ‘El País’ y han confirmado fuentes jurídicas a la ACN, las actuaciones de la Audiencia nacen de una querella que un grupo de 63 afectados (inicialmente 43, a los que se sumaron otros 20) presentó hace casi dos años. El magistrado instructor ha citado a declarar a tres ex presidentes y un representante legal de Johnson & Johnson en España. Todos ellos se han acogido al derecho a no declarar. Entre los otros investigados se encuentran, además, ingenieros que diseñaron las prótesis y otros altos cargos de la compañía. Los querellantes piden que se les juzgue por delitos de fraude en productos sanitarios y estafa agravada.
Los pacientes, representados por el abogado barcelonés Emili Ortiz, defienden que había defectos de fabricación en las prótesis que les provocaron daños irreversibles tras la retirada de las piezas. Basándose en varios documentos que están resultando clave en procesos judiciales contra la multinacional en otros países, aseguran que los problemas ya se conocían antes del año 2010. Según la documentación, la compañía sabía desde antes de 2010 que las prótesis del modelo ASR XL podían hacer daño a las personas. Un 12% de ellas fallaba y se aconsejaba retirarlas.
Uno de los problemas comunes de este tipo de prótesis es la liberación de iones metálicos de cromo y cobalto, nocivos para la salud. Así lo establece una sentencia dictada en Vigo, en 2018, en que un afectado reclamó a Johnson & Johnson una indemnización por las consecuencias de su operación. El juez establece como hechos probados que «las partículas metálicas presentes eran producto del desgaste abrasivo producido por terceros cuerpos y consecuencia de un defectuoso proceso de fabricación». Una situación que se produce en parte por el rozamiento entre la parte que sustituye el hueso del fémur (la cabeza femoral) y la pieza que sirve de conexión con la cadera. De ahí que el rozamiento genera dolor e imposibilita los movimientos.
La multinacional Johnson & Johnson (J & J) comenzó a diseñar unas nuevas prótesis de cadera, las ASR, entre el 2001 y el 2002. Se empezaron a implantar en EEUU y llegaron a Europa en 2003. Las prótesis pueden ser de diversos materiales, pero los más habituales son los metales y la cerámica, y se pueden combinar entre ellos. No obstante, estas prótesis eran totalmente metálicas, pero de metales diferentes, y eso ya había despertado ciertos recelos en algunos sectores científicos, ya que el rozamiento de las piezas metálicas entre ellas podía desgastarse las más rápido e incluso desprender pequeños restos de cromo y cobalto, dos metales pesados y potencialmente cancerígenos. Además, dos de las tres piezas de la prótesis no encajaban del todo bien.